Aceitunas y colesterol: una protección natural para el organismo
Las aceitunas y el aceite
de oliva concentran cantidades interesantes de polifenoles, que tienen efectos
antioxidantes y protegen frente al "colesterol malo"
- Autor: Por MAITE ZUDAIRE
- Imagen: Steve
Jurvetson -Los polifenoles de las aceitunas
destacarían por su efecto para reducir el colesterol LDL o "malo", un factor
de riesgo emergente para la aterosclerosis. La Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA) apoya estas afirmaciones, en contrapartida a la
limitación principal de las aceitunas: su alto contenido en sal, por ser
un alimento conservado en salmuera. Estos productos son muy consumidos
y apreciados como aperitivo, pero son más que eso, ya que se pueden emplear como
ingrediente de ensaladas o en distintas recetas a las que proporcionan sabor,
color y una textura diferente.
Aceitunas, polifenoles y colesterol LDL
El consumo de aceitunas protege de la oxidación de las lipoproteínas de baja
densidad (más conocidas como colesterol LDL o "colesterol malo"), de su
posterior acumulación y del endurecimiento de las paredes arteriales. Así podría
resumirse la evaluación de la Agencia
Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), cuyo grupo de revisión considera
que evitar la oxidación de las partículas de LDL tiene un efecto beneficioso
para el organismo.
Según la EFSA, el consumo de polifenoles del aceite de oliva protege de la oxidación del colesterol LDL
Tras un seguimiento de tres semanas, los estudios mostraron un efecto
significativo del consumo de polifenoles procedentes del aceite de oliva en la
reducción de los marcadores de oxidación del colesterol LDL. A partir de estos
resultados, la conclusión de la EFSA es admitir una relación causal entre el
consumo de polifenoles presentes en el aceite de oliva (hidroxitirosol y sus
derivados, el complejo oleuropeína y tirosol) y la protección de la oxidación
del colesterol LDL.
El argumento también es válido para las aceitunas, la materia prima natural
con la que se elabora el aceite de oliva. Ahora bien, para que se produzca este
efecto beneficioso, la dosis es fundamental. Según el grupo de revisión, se
deberían consumir a diario 5 mg de hidroxitirosol y sus derivados. Esta
cantidad, en el contexto de una dieta equilibrada, se puede garantizar sin
dificultad con un consumo moderado de aceite de oliva de alta calidad, como el
oliva virgen extra de primera presión en frío o un oliva virgen extra.
En cuanto a las aceitunas, es más difícil alcanzar esta cantidad. En
proporción, concentran menos antioxidantes por igualdad de peso con el aceite y,
además, su consumo está limitado por su elevado contenido en sodio.
Olivas, más que un aperitivo
Las aceitunas, por su composición, son de por sí aperitivas, es decir,
favorecen o abren el apetito. Y aún son más digestivas y gustosas si se maceran
con una selección
de hierbas aromáticas. Su sabor es tan marcado -y diferente según la
variedad- que, junto con una salsa o una mezcla de ingredientes, es capaz de
potenciar el gusto de otros platos, como macarrones,
espaguetis
o arroz.
En segundos platos, las olivas también proporcionan el contrapunto de textura
y sabor a las preparaciones que las añaden, como la tortilla
de aceitunas, una merluza
en salsa provenzal o unos muslos
de pollo.
Como producto estrella de los aperitivos, se pueden servir solas o formar
parte de canapés.
También son muy gustosos (y atractivos para la vista) los patés de aceitunas
-untados sobre una tostada- y las salsas que integran aceitunas, ya que según el
color de las olivas, adquieren tonalidades y sabores particulares y llamativos.
La sal, el punto flaco de las aceitunas
Las aceitunas son un producto natural que se conserva tan solo en salmuera.
Por ello, concentran una cantidad desmesurada de sal, el elemento limitante de
este aperitivo. De hecho, 100 gramos de aceitunas contienen entre 2 y 3
gramos de sodio, la cantidad máxima recomendada de consumo en todo el
día, según la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Un puñado de diez aceitunas ronda entre 30 y 40 gramos de peso,
según sean aceitunas con o sin hueso.
No obstante, puesto que la sal es soluble en agua, se puede reducir el
contenido de sodio si se dejan en remojo durante toda la noche y se escurren al
día siguiente. El procedimiento puede repetirse de nuevo si todavía se desea
desalar más este aperitivo. Esta práctica ya se aplica también al jamón o al
bacalao en salazón, alimentos muy salados por el método que se emplea para
conservarlos.
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